Síntomas psicológicos y conductuales de la demencia (SPCD)
La demencia es mucho más que la pérdida progresiva de memoria.
Los pacientes con demencia también desarrollan otros síntomas psicológicos y conductuales a lo largo de su enfermedad, denominados SPCD.
Desde que se hace patente el Alzheimer, los SPCD son quizás la parte que más extraña resulta a los familiares que conviven con el enfermo. Cabe destacar que son los síntomas de la demencia que más conflictos generan entre los miembros de la familia y aumentan la sobrecarga de los cuidadores.
Una de las sobrecogedoras historias que ejemplifican los SPCD es el relato de Esperanza, la hija de una de nuestras pacientes, que antes de conocernos, no comprendió el delirio de celos que había atravesado su madre acusando irracionalmente a su padre de tener un romance con la vecina del cuarto, con la que mantenía una relación cordial desde hacía 50 años.
¿Cuándo aparecen los SPCD?
Los SPCD aparecen frecuentemente en la fase moderada de la enfermedad, aunque en algunos casos pueden surgir desde la fase leve o permanecer hasta la fase severa.
En torno al 80-90% de las personas con demencia muestran síntomas de tipo psicológico y conductual, aunque varía mucho su presentación y recurrencia.
¿Qué síntomas pueden manifestarse?
1
Depresión
Este síntoma es habitual en las primeras fases de la enfermedad, cuando la persona tiene conciencia de parte de lo que le está sucediendo, ya que se da cuenta de que no puede desempeñar ciertas actividades que antes formaban parte de su vida cotidiana.
Como cuidadores de un enfermo de demencia, tenemos que recordar que repetir actividades ayuda a que estas no desaparezcan de la mano de la enfermedad. Además, favorecen que la persona se sienta integrada en su contexto y esté de mejor estado de ánimo.
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2
Apatía y oposicionismo
La pérdida de capacidades lleva en muchos casos a los pacientes de Alzheimer a sentir indiferencia por actividades que en el pasado les resultaban agradables, desde hábitos tan sencillas como el aseo personal hasta no disfrutar de sus hobbies favoritos.
Esta apatía la sufren especialmente las personas más cercanas, sobre las que mayor carga de oposicionismo a las actividades recae.
Para que la persona con Alzheimer pueda seguir realizando según qué actividades debemos buscar la forma de simplificarlas y adaptarlas a sus recursos.
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3
Ansiedad
Todos buscamos la forma de evitar o hacer desaparecer el incómodo estado de ansiedad, sin embargo, una persona con demencia no lo tiene tan fácil.
Su problema de memoria no le permite recordar que le ha llevado a ese estado o cómo lo puede solucionar, viéndose limitados al mismo tiempo para pedir ayuda por la degeneración de su capacidad de habla.
En este caso, lo que podemos hacer por el enfermo es permitirle expresar esa angustia con actividades compartidas y escucha.
4
Agitación psicomotriz
Algunos ejemplos de estos SPCD son los movimientos repetitivos de cabeza, estirar la ropa, realizar movimientos asociados a trabajos anteriores en su vida, jugar con objetos, rascarse…
Como familiares de una persona con Alzheimer, debemos estar atentos a estas alteraciones de la conducta, ya que muchas veces son la única forma que encuentran de mostrarnos una circunstancia que les produce molestia, como fiebre, infecciones, etc.
5
Deambulación errática
Uno de los SPCD más reconocibles cuando una persona mantiene una buena capacidad de equilibrio y marcha es el vagabundeo.
La persona anda y anda sin finalidad alguna, si está dentro de casa, va de una habitación a otra, abre puertas, armarios; si lo hace fuera de casa surge el riesgo de que se desoriente y se pierda.
¿Qué podemos hacer nosotros? Eliminar los riesgos asociados a la zona por donde pueda deambular y controlar la salida de los espacios seguros.
6
Agresividad
Las conductas agresivas, verbales y físicas, muchas veces son provocadas por una incorrecta comprensión del entorno que les rodea.
Se pueden dar en momentos en los que el enfermo se siente incómodo o indefenso, como a la hora de la ducha.
7
Delirios y alucinaciones
Los delirios son pensamientos irracionales, incluso historias con una trama intrincada que el enfermo de demencia considera firmemente ciertas.
Puede surgir la creencia de que desaparecen objetos personales (delirio de robo), alguien está espiándolo (delirio de persecución), han sustituido a uno de sus familiares por un doble (delirio de Capgras…), etc.
Siempre que haya una queja de este tipo o de cualquier otro malestar que afirmen que les produzca otra persona, deberemos de poner mucho cuidado en saber si es una queja real o un delirio.
Las alucinaciones, van un paso más allá que el delirio, pues la persona percibe cosas en realidad no existen, creando un malestar aún mayor.
Estas falsas percepciones pueden ser visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles o somestésicas (la persona afirma percibir sensaciones en el cuerpo como vacío o petrificación).
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Para comprender la diferencia entre estos dos síntomas de demencia, podemos utilizar este ejemplo: la persona con demencia “ve” y “oye” cómo una persona entra en su habitación para robarle (alucinación) / la persona cree que alguien ha podido entrar a robar, pero no lo ha percibido (delirio).
8
Desinhibición
Una persona con demencia pierde la capacidad de saber qué conductas son correctas o incorrectas en determinado momento y en según qué circunstancias.
Si un familiar presenta este síntoma de demencia hay que ayudarle a comprender que es un comportamiento inadecuado, evitando ridiculizarlo y hacerle sentir culpable.
9
Euforia
El proceso de labilidad emocional que sufren las personas con demencia, rompe la relación de congruencia entre la situación que se está viviendo y la respuesta emocional que se produce.
Por eso estas personas pueden pasar de la carcajada más eufórica al llanto más trágico en unos pocos segundos, y sin que la situación que están viviendo haya cambiado en absoluto.
10
Alteraciones del sueño y del apetito
A causa de la desorientación espacio – temporal el paciente con demencia puede sufrir una mezcla de insomnio e hipersomnia, mostrando insomnio y agitación por la noche e hipersomnia durante el día como consecuencia de esa falta de descanso nocturno.
Este ritmo de descanso alterado no es saludable para el enfermo ni para la familia, por lo que se debe evitar que el paciente se eche varias siestas durante el día para aumentar el número de horas de descanso por la noche.
Por otro lado, el apetito y la ingesta de alimentos también se pueden ver afectados por la negativa a comer, la pérdida de reconocimiento de los distintos sabores o los problemas de deglución.