Historias del alzhéimer y demencia

Cuidar a mi abuelo nos estaba desbordando. Mi madre y yo intentábamos compaginar su cuidado con nuestras propias vidas, pero nunca sabíamos si estábamos actuando bien o si algo se nos pasaba. La tensión en casa era palpable y nos estaba afectando a todos en el resto de ámbitos de nuestra vida.

Con un apoyo más estructurado, las cosas están siendo más sencillas. Tener un plan nos da seguridad, y la familia siente que puede confiar en que estamos cuidando bien al abuelo. Él está más tranquilo, y nosotros también. Ahora podemos compartir momentos juntos sin el estrés constante de no saber qué hacer.

Desde que le diagnosticaron Alzheimer, mi padre estuvo cuidado durante meses por una vecina de confianza. Aunque ella hacía todo lo que podía, no teníamos un seguimiento claro de la evolución de su enfermedad ni sabíamos cómo manejar las situaciones más complejas. Después de una caída que podíamos haber evitado, entendimos que para cuidar a mi padre nos hacía falta la ayuda de un profesional.

Ahora, no solo está bien atendido, sino que seguimos un plan diseñado por profesionales que saben cómo actuar en cada momento y nos ayudan a comprender qué necesita. Mi padre está más estable, y nosotros ya no vivimos con la preocupación constante de que algo pueda salir mal.

Vivir fuera de España y cuidar de mi tía Juana era un desafío constante. Tenía una persona en casa que la atendía, pero siempre estaba preocupado: ¿Estarán cumpliendo las indicaciones del médico? ¿Nos enteraremos a tiempo si algo no va bien?

Desde que coordinamos su cuidado junto al equipo de Dekipling, todo ha cambiado.

Ahora nos informan día a día de cómo se encuentra y sabemos que hay un plan claro que se cumple. Nos avisan de cualquier incidencia, por pequeña que sea, y eso nos da la tranquilidad de estar cuidando bien de ella, aunque estemos lejos.

“¿Lo estamos haciendo bien?” Esta fue la duda que nos asaltó en el momento que el neurólogo nos habló de un medicamento que podría frenar el avance del Alzheimer de nuestra madre.

Sentimos que era una oportunidad para ella, pero el tratamiento requería mucha atención y cuidado de todos los detalles de su vida cotidiana, su alimentación, sus rutinas y su estimulación diaria.

Dekipling nos ha brindado apoyo para llegar a todo, dándonos la tranquilidad de saber que todo está bajo control.

Mi madre sigue un plan estructurado que se adapta a sus necesidades. Por primera vez, sentimos que estamos haciendo todo lo posible para ralentizar la enfermedad.

Mi hermana tiene 84 años y su Alzheimer ha avanzado rápidamente después de la caída que tuvo en el baño. Pensé que lo mejor era tener a alguien permanentemente al cuidado de ella, pero me he dado cuenta de que si deja de hacer las cosas de casa que le gustan su deterioro se acelera.

Necesito a alguien que le ayude pero que a la vez haga lo posible para que ella pueda prolongar su autonomía. Hacer todo por ella no es la solución.

Lucía tuvo a su madre con demencia hace años. Siempre que tiene la oportunidad, cuenta todo lo que hubiera hecho de otra forma si hubiera sabido entonces lo que sabe ahora.

Ahora, su suegro está en la misma situación y por nada de este mundo está dispuesta a vivir lo que entonces vivió.