Cuidar a mi abuelo nos estaba desbordando. Mi madre y yo intentábamos compaginar su cuidado con nuestras propias vidas, pero nunca sabíamos si estábamos actuando bien o si algo se nos pasaba. La tensión en casa era palpable y nos estaba afectando a todos en el resto de ámbitos de nuestra vida.
Con un apoyo más estructurado, las cosas están siendo más sencillas. Tener un plan nos da seguridad, y la familia siente que puede confiar en que estamos cuidando bien al abuelo. Él está más tranquilo, y nosotros también. Ahora podemos compartir momentos juntos sin el estrés constante de no saber qué hacer.